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jueves, 18 de diciembre de 2014

La ciudadanía estuvo a su alcance


CAROLINA GUZMÁN RINCÓN/ESPECIAL PARA HOY DALLAS

DALLAS -- No fue, hasta cierto punto, un inicio azaroso el que vivió Claudia Jovel al llegar a suelo estadounidense hace aproximadamente 20 años proveniente de El Salvador, ya que lo hizo contando con una tarjeta que la certificaba como residente de este país.

Su hermana, una ciudadana estadounidense, se ocupó de asegurar el futuro de toda su familia una vez que obtuvo su nacionalidad al procurarle documentación a cada uno.

“Mi hermana Sandra nos pidió a todos cuando se hizo ciudadana. Eso me benefició mucho porque pude venirme con mis hijos, quienes ahora ya tienen sus propias vidas y son profesionales exitosos”, contó la señora Jovel.

Lo curioso es que, tal como otros inmigrantes con residencia legal en este país, Jovel no había hecho antes su solicitud para obtener la ciudadanía a pesar de cumplir con todos los requisitos desde hace mucho.

“Yo renové mi tarjeta en dos ocasiones, no tenía prisa para hacerme ciudadana. Además no hablo inglés y tampoco tenía el dinero”, explica Jovel, quien vive en Grand Prairie.

Fue el rumor acerca de la posibilidad de cambios en la forma N-400, la cual se usa para solicitar la ciudadanía, lo que la hizo cambiar de parecer.

Jovel sometió la aplicación para hacerse ciudadana en abril de este año y en octubre 11 ya estaba frente a un oficial de inmigración haciendo su entrevista. Ahora, tras pasar todos sus exámenes, la salvadoreña está solo a la espera de su ceremonia de juramentación.

“Fue mucho más fácil de lo que pensé. Ahora me siento como si me hubiera quitado una piedra de entre los pies. Me siento muy contenta y feliz porque siento que alancé una meta muy importante a pesar de mis 74 años de edad”, expresa.

Jovel cuenta que su jornada no fue tan pesada como creía.

“Fui a un taller de Proyecto Inmigrante, en el que me llenaron la papelería", dijo. El taller forma parte del programa nacional "New Americans Campaign", el cual ayuda a imigrantes como Jovel, que cumplen los requisitos para la ciudadanía, a que la soliciten. "{También} me ayudaron a aplicar por la ayuda federal que le dan a personas de bajos recursos, así que no tuve que pagar los $680 dólares que cuesta el trámite”, admite muy contenta.

Jovel habla de la forma I-912 Fee Waiver (Exoneración de pago), la ayuda que el gobierno ha otorgado por años a personas que no pueden cubrir los gastos de sus trámites de inmigración.

Al respecto, Douglas Interiano, director ejecutivo de Proyecto Inmigrante, explica que esta ayuda federal no todos la aprovechan.

“Algunos de los solicitantes ni siquiera saben que existe, otros no la piden porque creen que no se las van a dar. Pero la verdad es que si llenas los requisitos y demuestras que no tienes trabajo y que tus ingresos son bajos, con toda seguridad te exoneran la cuota de $680 dólares”, asegura Interiano.

Agregó que, inluso, si en la actualidad la persona que quiere aplicar para la exoneración está recibiendo algún tipo de ayuda como WIC o estampillas, la posibilidad de ser exento del pago es mayor.

Así como Jovel, hay millones de residentes permanentes calificados para someter la planilla N-400, pero no lo hacen. La mayoría de éstos, según un estudio realizado por el Centro Nacional de Investigaciones PEW en febrero del 2014, son mexicanos.

Según el informe, los mexicanos son la minoría mayoritaria dentro de los Estados Unidos, esto incluye a inmigrantes indocumentados y residentes legales. Sin embargo, de los aptos para solicitar la ciudadanía, solo un 36 por ciento lo hace, el resto se excusa aludiendo desconocimiento del idioma, falta de interés y falta de dinero.

Los mexicanos se colocan así, muy por debajo de otros grupos latinos, 61 por ciento, que sí solicitan la naturalización en cuanto pueden.

Interiano está de acuerdo con las estadísticas.

“A muchos los detiene el idioma, a otros el dinero, mientras que otros siguen soñando con regresar algún día a su país y prefieren seguir siendo sólo residentes permanentes. Lo que ellos no entienden es que están perdiendo la oportunidad de votar y recibir otros beneficios que sólo los ciudadanos obtienen”, recalcó.

La buena noticia para Jovel es que, a sus 74 años, ya no tendrá que preocuparse en renovar su tarjeta de residente, tampoco se afanará al pensar que tendrá una entrevista con agentes de inmigración; al contrario, vivirá mucho más tranquila y disfrutando de los beneficios que este país ofrece.

“Una de las primeras cosas que pienso hacer después de la juramentación, es pedir mi pasaporte para poder votar”, concluyó la salvadoreña de la tercera edad.

Para mayor información sobre las planillas N-400 y I-912, o sobre los requisitos exigidos para dar comienzo a una solicitud de ciudadanía, visite: www.uscis.gov.

Esta historia fue producida como parte de una serie especial de New America Media sobre nuevos ciudadanos estadounidenses de la New Americans Campaign. Para más información sobre cómo puede hacerse ciudadano, ingrese a www.newamericanscampaign.org.

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