Por Sandra Velázquez
Publicado originalmente en ESPNdeportes.com
DALLAS -- Al final, todo quedó en malos augurios que afortunadamente no se cumplieron y el All-Star 2010 resultó el gran acontecimiento que originalmente todos esperaban.
A pesar de la nevada récord que cayó sobre la ciudad, el Comboy Stadium estuvo a la altura de las circunstancias para un evento como el Juego de Estrellas, que la NBA organiza con tanto detalle y antelación año con año. Pero hay que decirlo, los más de 108,000 fanáticos que acudieron al partido del domingo fueron los grandes protagonistas de este encuentro, al que muchos de los jugadores no dudaron en calificar de "surreal".
Es cierto, el espectáculo lo dieron todos ellos: Dwyane Wade, LeBron James, Chris Bosh, Dwight Howard y Dirk Nowitzki, pero lo que realmente le dio un toque único a esta edición fue la apoteósica asistencia al hogar de los Cowboys, un gigantesco inmueble que al principio lucía increíblemente grande para un juego de baloncesto: con las dimensiones de la duela, que lucía tan pequeña, comparada con la de la cancha de futbol americano que usualmente está ahí.
El ambiente sui generis prevaleció en todo momento, pues también fue la primera ocasión en que un Juego de Estrellas fue celebrado sobre una cancha elevada, aspecto que tal vez algunos pasaron por alto, pero no el entrenador del Oeste, George Karl, quien dijo que de veras, nunca le preocupó que las condiciones de la pista pudieran propiciar una lesión en los muchachos; en realidad, comentó bromeando, lo único que lo puso a pensar fue el hecho de que sus rodillas aguantaran el subir y bajar los escalones del lugar.
Mark Cuban y Jerry Jones se lucieron para el evento, el mismo Wade, que no es un tipo muy popular en Dallas lo reconoció. En sus reacciones ante la prensa, antes de hablar de su trofeo como Jugador Más Valioso en la victoria del Este, el estrella del Heat agradeció todo lo que habían montado Cuban y Jones, en lo que resultó un fin de semana increíble para él en lo profesional, según sus propias palabras, pues volvió a levantar un trofeo de campeón en la ciudad y a demostrar la clase de jugador que es.
Pero no olvidemos las actividades del American Airlines Center, la pista donde regularmente juegan los Mavericks. La majestuosa arena también fue una gran anfitriona durante el juego entre Novatos y Sophomores, así como durante el concurso de clavadas, que vio a Nate Robinson ganar por tercera vez consecutiva y los tiros de tres puntos, donde Paul Pierce participó con el ímpetu de un novato para ganar con la frialdad de un veterano.
El sábado fue una noche de nostalgia por el hecho de ver nuevamente a Steve Nash pasearse como quien anda en su casa en el AAC y encima ganarle a sus contrincantes, todos más jóvenes, en el Concurso de Habilidades. También fue una jornada en la que Nowitzki, siempre sonriente, en calidad de anfitrión, no ocultaba su emoción por lo que sería el juego del domingo.
Quizás olvidamos un poco describir el aspecto de la ciudad, debido tal vez a la familiaridad de residir en el área desde hace más de diez años, pero lo que sí no pudimos eludir fue el tema de la nevada, pues la tormenta fue una sorpresa hasta para quienes pronostican el clima a nivel nacional y la cosa no fue ninguna gracia, ya que estuvo a punto de entorpecer algunas de las actividades programadas, por lo difícil que resultaba desplazarse en las carreteras todavía el viernes por la tarde. El evento All-Star Jam-Session, por ejemplo, sí sufrió los estragos del mal tiempo al reportar una asistencia menor a la esperada el jueves por la noche, en la que dicho sea de paso, el boricua José Juan Barea ofreció una de sus clínicas.
Y a propósito del Jam Session, el Juego de Celebridades resultó todo un espectáculo en el Centro de Convenciones de Dallas. Cuban, el excéntrico dueño de los Mavericks fue el participante que más entusiasmo le puso al partido, a pesar de que la ocasión lo pilló en muy mala forma física y se le veía muy agitado cada que sumaba unos cuantos minutos en la duela, pero definitivamente pudimos constatar que lo disfrutó como pudo. Sabemos que fue un sueño hecho realidad para él, pues no hace muchos años, cuando recién había comprado al equipo de Dallas, se le veía entrenando a la par de los muchachos de los Mavericks. Ni qué decir del superdotado Terrell Owens, el ex jugador de los Cowboys se robó el espectáculo y demostró que también sabe clavar muy bien el balón en la cesta y que hasta tiene muy buen resorte para lanzar tiros de suspensión.
Fue un fin de semana de grandes matices, con la presencia de dos jugadores hermanos (Marc y Pau Gasol) que saben cómo conducirse correctamente dentro y fuera de la cancha y que comparten además, una visión muy especial sobre el trabajo colectivo como la gran fórmula de su éxito personal, en un deporte en el que se celebra tanto la individualidad. También pudimos apreciar la madurez del talentoso jugador local Chris Bosh, quien aprovechó como nunca la oportunidad de jugar ante su familia y amigos y no se permitió fallar en los momentos cruciales para amarrar la victoria del talentoso equipo del Este, que tuvo entre sus filas, por primera vez, a un jugador de sangre dominicana (Al Horford) que también pudo realizar un anhelo personal.
Por si fuera poco, James se dio una vuelta por el barrio mexicano de Oak Cliff para donar una cancha de baloncesto a los jóvenes del área y el caritativo Alonzo Mourning, aprovechó la magnitud del evento para seguir pidiendo apoyo en su labor humanitaria por los afectados del terremoto en Haití, todo ello, entre otras muy buenas anécdotas.
Cuando se derrita la nieve por completo, sólo quedarán las buenas memorias.
Sandra Velázquez es periodista, editora y traductora. Desde 2002 escribe sobre música, deportes y temas de actualidad. Escríbele a: svelazquez@hoydallas.com
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