POR SANDRA VELÁZQUEZ
En la vida hay diferentes tipos de sorpresas. La que le tiene preparada para este día de San Valentín a Bubber Rodríguez su esposa, es difícil que supere a la que hace varios meses le dio cuando estando en Ecuador decidió no volver a Cuba y apuntó hacia el Norte.
El año pasado, Yamilet Pérez consiguió salir legalmente de la Isla y llegó a Ecuador a principios de octubre. A su esposo Bubber, también cubano pero radicado en Dallas, le dijo que iba de visita a comprar ropa para regresar a Cuba a revenderla y ganarse algo de dinero.
“Yo pensé que ella viajaba con esos fines a Ecuador y luego virar para Cuba, pero no fue así, había pasado un mes y ya quería venir para acá. Y yo no quería, por la travesía. Porque yo pasé por eso, sí para un hombre es dura".
Aunque aceptó apoyarla, Rodríguez relata que verdaderamente sufrió durante el mes y días que duró la travesía de Yamilet.
“Había días que casi no dormía, apenas algunas horas y me despertaba a ver el teléfono. Luego una vez en Nicaragua la detuvieron casi una semana. Y yo sin saber de ella, vuelto loco aquí”.
Rodríguez, de 41 años, recuerda que durante ese lapso de incomunicación no pudo dormir ni comer, hasta que decidió pedirle ayuda a sus amigos más cercanos que tiene en la ciudad.
Alguien le advirtió que podía ser que su esposa perdiera el dinero que llevaba y la deportaran a Cuba, pero para él eso era lo de menos. “Que se perdiera el dinero no importa, lo que importaba era la vida de ella. Que llegara con salud y bien aquí era lo que quería yo”.
QUITO
Yamilet, de 35 años, trabajó en Quito durante un mes en el restaurante de una amiga ecuatoriana que la recibió con los brazos abiertos.
“Ahorré 400 dólares e invité a una amiga cubana a venir conmigo a Estados Unidos. Pero mi esposo me respaldó siempre”.
Las dos salieron de Ecuador a principios de noviembre y se abrieron paso por Colombia pagando sumas de 50 a 100 dólares en diferentes retenes donde las detectaban sin documentos.
“Colombia fue un país muy difícil. Los retenes te sacan la vida en el camino. Ellos piden en dólares, les das peso colombiano y no quieren”, explica Yamilet.
Esa travesía culminó en poco más de cuatro días, después de que cruzaron del pueblo costero de Necoclí en lancha un pequeño Golfo para después acercarse a la frontera con Panamá. La última prueba en territorio colombiano consistió en escalar una montaña durante aproximadamente cuatro horas.
“La loma es muy cansona y ahí la gente va soltando cosas para aligerarse. Vimos de todo: pomos de agua, colchitas de bebé, ropa interior. Y cuando íbamos bajando, nos íbamos guiando por las pisadas, porque hay como un camino hecho, y ahí llegamos a Panamá”.
En Playa Miel las recibieron uniformados panameños con una sonrisa y les dieron la bienvenida, para sorpresa de ambas.
Panamá les otorga salvoconductos a los cubanos en tránsito, pero la espera por los documentos dura varios días.
Yamilet y su acompañante, una señora de 55 años, pasaron 11 días en Puerto Obaldía.
En Costa Rica apenas estuvieron un día y medio, y aunque durmieron una noche afuera de un hospital, la verdadera penuria fue la que pasaron al llegar a Nicaragua.
“Pensé en decirle que se regresara a Cuba, pero eran tantas las ganas de que estuviera aquí conmigo”, admite Rodríguez sobre el recorrido que enfrentó su esposa.
MAL INFORMADAS
En Nicaragua se confundieron al momento de ingresar al país, y por ignorancia no se fueron a entregar a un control fronterizo como la mayoría de los cubanos lo hacen –pagan una multa de $86 dólares y obtienen un salvoconducto para seguir su camino- ellas, en cambio, recorrieron durante 5 horas "un punto ciego"guiadas por un estafador.
"Un muchacho nos cobró 125 dólares a cada una, y caminamos sin saber donde estábamos. Salimos a la carretera por la tarde y seguimos caminando, sin comer, cuando nos encontramos un bus que iba para Managua".
En la capital nicaraguense durmieron una noche antes de partir hacia Honduras, sin saber que a pocos metros de salir de tierra nica serían detenidas y devueltas a Managua, en donde pasaron ese período que tanto le caló a Rodríguez.
HACIA MÉXICO
Honduras y Guatemala fueron trayectos sin grandes contratiempos para Yamilet y su amiga, aunque no por eso fuera de la clandestinidad.
Estando en Guatemala, Pérez contrató a un coyote para que las ayudara a superar el largo cruce de México hacia Laredo.
Tres retenes principales tuvieron que evadir antes de llegar a las cercanías de la Ciudad de México, de donde después viajaron en la caja de un trailer hacia la frontera de Tamaulipas. Uno, en especial, lo recuerdan bien ambas por la cadena de contratiempos que pusieron a prueba su firmeza.
“Recorrimos un punto ciego como una hora, y cuando ya estábamos saliendo casi a la carretera, se le descompuso el carro al señor que nos tenía que recoger más adelante.
“Tuvimos que esperar ahí en el monte, como cuatro horas. Las fuerzas se me fueron, llevaba muchos días en el camino y había pasado por muchas cosas. Hubo un momento en que dije, me voy a salir a la carretera y me voy a entregar”.
En un momento escucharon a un carro cerca y se dieron cuenta de que era la policía, así que se arrastraron boca abajo para internarse lo más lejos posible de la carretera, teniendo que soportar hormigas y bichos en la piel.
Pérez llegó el 23 de diciembre a Dallas. En la frontera (Laredo) había tenido que esperar otro poco debido a un alto flujo de cubanos que estaban al igual que ella en proceso, y del regreso que cada año hacen los mexicanos al Sur por la misma frontera.
A Rodríguez le hacen falta las palabras para describir el reencuentro con su esposa.
“Una amiga mía me dijo, no, no vaya a buscarla, que venga en el bus. Y yo dije, no. Yo esperaba ese momento como un regalo que me fueran a dar, y yo sabía que eso no se me iba a olvidar nunca, irla a buscar y… bien bonito eso”.
SOBRE LOS CUBANOS EN CUBA
Los cubanos que salen de su país por mar piden refugio una vez que logran llegar a la costa de Estados Unidos. Si son detenidos en el mar los regresan. Y quienes tiene éxito en su “salida ilegal” de Cuba, no pueden regresar de visita por hasta 8 años como castigo.
Quienes llegan a cualquier frontera de Estados Unidos, como lo hizo Yamilet, y anteriormente Rodríguez, son recibidos automáticamente. La salida de esta pareja no es considerada ilegal en Cuba, por lo que podrán viajar a visitar a sus familiares eventualmente.
Pérez estudió una carrera técnica de Economía y ganaba un salario equivalente a $9 dólares (225 pesos cubanos) al mes en Manzanillo, Cuba, en el este de la Isla.
“Fue una decisión difícil {salir} porque dejé a mis hijos, Karla de 12 años e Isaías de 3. Aunque se quedaron con mis papás, que son de oro. Yo vine a trabajar y a buscar oportunidades. Quisiera estudiar inglés y una carrera para dar masajes”.
LOS INTENTOS DE BUBBER
“Yo siempre pensé salir de Cuba. Tuve varios intentos en lancha, hasta que una vez salí y me deportaron de Islas Caimanes. Estuve como tres meses ahí detenido en 2011”.
Cuando Rodríguez regresó a Cuba pasó varios días en la cárcel y se dio cuenta que había perdido casi todo su dinero pero tenía a un hermano viviendo en Ecuador desde hacía dos años. “Y él me puso una carta de invitación y de ahí salí para allá”.
“Lo que más añoro en estos momentos es tener a mis hijos conmigo”, recalca el cubano, que es empleado de mantenimiento en unos apartamentos.
“Me duele haberlos dejado, el más chiquito lo dejé de 11 meses. Va a cumplir tres años y como quien dice ni me conoce. No me conoce, porque en fotos apenas me ve.
“Cuando estuve viviendo solo aquí hasta lloraba pensando en mis hijos. Me pasaba 12 horas trabajando y llegaba y me acostaba pensando en mi familia y mis hijos, cuándo volveré a verlos”.
Rodríguez ya recibió su residencia y espera que tal vez en el 2016 dejen a sus hijos salir de Cuba para traerlos a Estados Unidos.
"La yerba que está para uno, no hay vaca que se la coma". (Refrán cubano).
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