Maribel Hastings |
Ironía que mientras se celebre la reelección e instalación del presidente que prometió la reforma migratoria, agentes de ICE sigan centrando su atención en familias trabajadoras como si no hubiesen verdaderos criminales a quienes perseguir y remover del país. Y ni entremos a discutir la posibilidad de que los agentes hayan actuado movidos por otras intenciones intimidatorias, pues recordemos que Andiola es uno de los rostros más identificados a nivel nacional, y en Arizona con la lucha de los Soñadores por lograr la legalización.
La acción de ICE, que tras una efectiva campaña de presión nacional concedió una acción diferida de la deportación a la madre y el hermano de Andiola, es un vivo ejemplo de los excesos de ésta agencia que forma parte del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que ha encabezado la cacería de inmigrantes que, a su vez, ha roto récord de deportaciones por los pasados cuatro años.
Más aún, ICE ha hecho noticia porque sus sindicalizados agentes suelen pasar por alto las directrices del alto mando cuando de centrarse en verdaderos criminales se trata. Y si hay un asunto al que se han rebelado estos agentes es precisamente a la orden administrativa que protege temporalmente de la deportación a Andiola y a millones como ella.
Igualmente, la acción de ICE pone de manifiesto la necesidad de que la Casa Blanca y el nuevo Congreso negocien de una vez por todas la reforma migratoria que conceda una vía de ciudadanía a millones como Andiola y sus padres trabajadores, cuyo único delito ha sido tratar de ofrecer una mejor vida a sus familias.
Por eso pienso en las posibilidades que trae no sólo el comienzo de un nuevo año, sino el mandato que otorgó a este presidente y este Congreso el abrumador voto latino en las elecciones del pasado 6 de noviembre.
Los votantes latinos y los electores en general favorecen una solución real al dilema de los millones de indocumentados. No utilizarlos en cada ciclo electoral con fines politiqueros según acomode, o aprobar medidas que lidien con un sector de inmigrantes pero que sigan postergando qué hacer con los 11 millones de indocumentados.
Obama y los demócratas tienen una deuda pendiente con los votantes latinos que pasaron por alto la incumplida promesa, les dieron un apoyo abrumador y una ventaja política sin precedentes sobre los republicanos. Si pretenden solidificar ese apoyo del segmento electoral de mayor crecimiento y evitar que sean atraídos por el otro partido, o que se conviertan en víctimas de la apatía electoral, urge una solución migratoria. Y si todavía pueden ver más allá de las motivaciones políticas, piensen también en el imperativo moral de tener una política migratoria más humana.
No todos los indocumentados cuentan con activistas nacionales entre sus familiares para generar efectivas campañas de presión. Su realidad es otra y miles siguen siendo separados de sus familias por leyes miopes.
Los republicanos, por su parte, tienen la oportunidad de abordar este tema y atraer el voto latino para su supervivencia política. No es una ciencia. Sin el voto latino no pueden recuperar la Casa Blanca. Es así de sencillo. Ya está en curso la lucha interna republicana entre los que aprendieron la lección en los pasados comicios y los que siguen empeñados en lanzar al Partido Republicano por el abismo demográfico ignorando la necesidad de atraer a los latinos y a otras minorías para ser alternativa viable a nivel federal. A ver quién gana esa lucha.
Mientras nos aprestamos a instalar al reelecto presidente, los millones de latinos que votaron en las elecciones y que no asistirán a las elegantes y celebratorias galas en la capital del país, esperan que la pesadilla y muchas de las ironías de los pasados cuatro años den paso a la verdadera posibilidad de reformar las leyes migratorias de manera efectiva y realista.
Maribel Hastings es Asesora ejecutiva de America's Voice. En el año 2007, la Asociación Americana de Abogados de Inmigración (AILA) le otorgó el premio de Liderazgo (Media Leadership Award) por su cobertura de los debates migratorios en el Congreso federal en los años 2006 y 2007 como corresponsal del diario La Opinión.