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martes, 27 de mayo de 2014

Los latinos y la pena de muerte en Estados Unidos

DUNCAN OGAN
La historia de las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos ha tenido como protagonistas fundamentales a los latinos y afroamericanos. Sin embargo, en temas de derechos humanos, tales como el de la pena de muerte el debate es casi inexistente. Esto a pesar de que un alto y desproporcionado número de sentenciados a la pena capital pertenecen a minorías (hispanos y afroamericanos). Un estudio de 1990 que del U.S. General Accounting Office reportó al Congreso revela "disparidades raciales en los cargos, sentencias e imposicion de la pena capital luego de la decision Furman v. Georgia (1) y que la influencia de la raza de la víctima es visible en todas las instancias del proceso judicial" (2). Una gran mayoria de los condenados a muerte son hispanos y afro-americanos (52% pese a que la poblacion de estas minorias es del 24%).
En general, y debido a que los latinos son mayoritariamente católicos, predominan en este grupo quienes favorecen  la abolición de la pena de muerte. Los católicos que apoyan la pena capital son sólo un 24 por ciento. A pesar de estos números, son pocos los medios de prensa y televisión latinos que tocan el tema o le brindan importancia.

En 1992 un hispano, Francisco Carrillo, fue condenado a muerte por un crimen que no cometió. Afortunadamente en el 2011 fue exonerado y logró recuperar su libertad. Pero seguramente son muchos los que no tuvieron la misma suerte. Hoy Carrillo dedica su tiempo a combatir la pena de muerte y contar su historia.

En 1995,  el argentino Víctor Saldaño fue arrestado en Texas por el secuestro y asesinato de un hombre. En este caso, el condenado era claramente culpable. Aun así, no se le informó de su derecho a contactar al Consulado, y se invocaron motivos raciales para llegar a la fase de sentencia.  Sólo se puede condenar a muerte si se demuestra la "futura peligrosidad" del acusado. El testimonio de un psicólogo presentado por la Fiscalía argumentó que "debido a que (Saldaño) es hispano, ello constituye un factor indicativo de futura peligrosidad". La Fiscalía además agregó un comentario de que, gente como Saldaño habia "invadido nuestro país".

Hoy Estados Unidos se encuentra muy a la zaga de otros países desarrollados que han abolido la pena capital. Todos los países de Europa, y Canadá la han abolido. En la lista de naciones que aun aplican esta pena brutal e inhumana, nuestro país está acompañado de estados teocráticos y dictatoriales como Corea del Norte, Irán, Cuba y China.

La pena de muerte no ha servido para reducir los crímenes violentos, como lo demuestra el hecho de que en Estados con pena de muerte la tasa de homicidio es hasta un 101% más alta (4).

La muerte de inocentes no es solo una posibilidad sino un hecho:  Frank Lee Smith fue condenado a muerte por la violación y muerte de una niña de 8 años. A la espera de su ejecución en el corredor de la muerte, Smith falleció víctima de un cancer. Un examen de DNA realizado post mortem lo exoneró del crimen. Frank Smith era inocente.

La pena capital es una clara violación de la Constitución, la cual en la octava Enmienda establece la prohibición de castigos de naturaleza cruel e inusual. Por su aplicación desproporcionada a grupos minoritarios es violatoria de la 14ava Enmienda que establece "protección igualitaria ante la ley.
Por último, nuestro país es signatario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, que establece en su artículo 3 que "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona".

(1) Fallo en el que la Corte Suprema declaró a la pena de muerte como castigo cruel e inusual, y por tanto inconstitucional. luego revertido. 
(2) U.S.G.A.O. "Death Penalty Sentencing: Research Indicates Pattern of Racial Disparities". available at http://archive.gao.gov/t2pbat11/140845.pdf.
(3) http://www.deathpenaltyinfo.org/catholic-opinion-death-penalty
(4) "Absence of Executions: A  special report: States With No Death Penalty Share Lower Homicide Rates" by Raymond Bonner and Ford Fessenden